En nuestra ruta en autocaravana por Europa, Cannes ha sido una de las ciudades que más me han gustado e impactado, uno de esos lugares a donde volvería a ir sin dudarlo.
Llegamos a Cannes sin haber buscado ni leído nada sobre lo que nos podíamos encontrar, así que ya os podéis imaginar, teníamos la idea preconcebida de que sólo era famosa por ser la ciudad donde se celebra el famoso Festival de Cannes, donde actores y famosos acuden de diferentes partes del mundo pero… ¡Sorpresa, sorpresa!
Nuestra estancia en Cannes fue corta, sólo estuvimos dos días, pero nos dio tiempo a recorrer parte del casco histórico de Cannes por la noche y disfrutar de Mandelieu-la-Napole, una población cercana preciosa.
Playas de Cannes
Las playas de Cannes y sus alrededores son impresionantes, imagínate unas aguas cristalinas con la temperatura ideal y la arena clara. No hay conchas ni piedras en el suelo, por lo que puedes caminar con tranquilidad, disfrutando de la arena en tus pies y la única pega que se le puede poner es que no son muy anchas, largas sí, inmensas pero no son excesivamente anchas.
En la entrada de cada playa encontraréis señales en las que os indican si se puede ir con perros, cuáles son las normas de uso o qué recomendaciones hacen para los niños. Por la tarde-noche encontramos a multitud de familias que aprovechaban que la gente se marchaba para preparar sus picnics o barbacoas en la arena, familias multitudinarias al pie de la orilla con todo preparado.
Si queréis hacer snorquel hay una playa en Mandelieu-la-Napoule, Plage de la Rague et des Mineurs, que es un lugar ideal para este deporte. Además, tenéis un parking justo al lado de la carretera y a menos de 5 minutos caminando, está al lado de la playa y no es de pago. Recomendaciones, ir temprano porque se enturbia un poco el agua cuando comienza a haber mucha gente pero, aún así se puede disfrutar de los peces y la forma de las rocas (en esta playa hay bastantes cerca de la orilla).
Desde esta playa podréis ver a mano izquierda le Château le Napoule y a lo lejos, veréis dos islas: ÿle Sainte-Marguerite o ÿle Saint-Honorat. Si tenéis prismáticos o un objetivo un poco largo podréis ver la fortaleza construida hace siglos que hay en esta última isla, si dais al zoom en la imagen podréis haceros un poco a la idea de las ruinas que quedan en pie pero no pudimos ir hasta allí por cuestión de tiempo (¡Algún día volveremos!).
En el paseo marítimo encontraréis pequeños locales donde disfrutar de una bebida, unos crepes o helados; cada «x» metros veréis uno, así que no os preocupéis si está completo o si buscáis una playa concreta. Los precios son bastante normales dentro de lo que es Cannes, es más recomendable ir ahí a desayunar en cuestión de precios, al menos en base a nuestra experiencia.
Algunas curiosidades, ¿sabíais que el chocolate caliente allí se hace con agua? el sabor y la textura es bastante diferente a nuestros chocolates calientes, densos y con un sabor intenso.
Le Suquet, el casco antiguo
Nos adentramos en la ciudad de Cannes en busca de la rue du Suquet para ver el casco antiguo de la ciudad. Esta estrecha y larga calle está llena de restaurantes con todo tipo de gastronomía y decoración, al atardecer se encontraba iluminada por una luz cálida que invitaba a dejarse llevar por el ambiente romántico de la zona; ésta es una calle muy transitada, donde podréis cenar y comprar souvenirs.
Encontraréis múltiples señalizaciones que os llevarán hasta el monte Chevalier, donde encontraréis la plaza de la Castre, un lugar histórico donde también podréis encontrar el museo Musée de la Castre. En este lugar estratégico, en el año 154 a.C. los romanos instalaron un fuerte que les permitía vigilar las cercanías.
En esta plaza se encuentra una torre que data del siglo XI que pertenecía a los monjes de Lérins y que también ocupaba una posición de vigilancia para poder avisar de posibles amenazas.
También podéis subir a la Torre de Suquet, un lugar desde donde dicen que hay unas vistas asombrosas y que fue construida entre el 1070 y 1385.
Junto a ella podréis ver la iglesia de Notre-Dame d’Espérance que fue construida en el siglo XVI y está iluminada de noche con una luz violeta; en la plaza os podréis sentar y disfrutar de los miradores sobre la ciudad de Cannes (de allí es la primera imagen que os mostramos en el artículo), la vista es verdaderamente asombrosa.
Para ponerle el punto final a la noche, nos quedamos en el Boulevard du Midi Jean Hibert, en el restaurante Douce Folie que está en pleno paseo marítimo y tienen unos crepes y helados impresionantes. Si os apetece disfrutar de algo dulce, os lo recomiendo muchísimo, tienen una gran carta de crepes tanto dulces como salados y puedes ver cómo lo hacen allí mismo.
A su vez, está muy cerquita del puerto por lo que puedes ver los enormes yates y barcos que se encuentran amarrados o inmortalizar el momento posando en una foto tan chic como ésta.