Costa Rica es un país de Naturaleza exuberante; de bosques tropicales y temperaturas cálidas; de fauna exótica y flora abundante. Allí el turismo es aventura: navegar en canoas por ríos; balancearse en lianas entre las tupidas copas de los árboles; visitar cascadas; subir volcanes e identificar tortugas o mariposas. Costa Rica es la pura esencia del ecoturismo.
Sin embargo, más adentro, Costa Rica también tiene una parte mucho más tradicional y antigüa; mucho más rural y campesina donde abunda el folklore y no deja de faltar la alegría. Es Guanacaste, la zona más seca del país (si en Costa Rica a algo se le puede llamar seco, claro), porque es aquí donde hay más asentamientos y poblaciones, ya que los bosques tropicales aún no han tomado este lado del país. Aquí abundan las explotaciones ganaderas, pero también las ferias y fiestas como los rodeos.
Si queremos visitar Guanacaste lo mejor es dirigirnos a Liberia, su capital. Un paseo por el centro de esta ciudad nos conducirá al mundo más tradicional de este país centroamericano, donde la vida no se ha detenido para dar la bienvenida al turista; donde todo sigue el curso normal de la vida, con los niños jugando por las calles a juegos que ya creíamos olvidados; donde nos cruzaremos con puestos de helados como los que vemos por la televisión, o donde todos se arremolinan sobre una valla dispuestos a ver la doma de un caballo.
Liberia es una ciudad distinta, de casas de de madera con tejas rojas y dos curiosas puertas, una en cada esquina de la casa, para que el viento haga corriente y así se refresque el interior. Allí, en la capital de Guanacaste podremos visitar el Museo del Sabanero, uno de los personajes más populares de la cultura costarricense, pues el sabanero es el que históricamente ha trabajado en las estancias ganaderas. Es algo así como ver en el sabanero el origen de un país.
Los sabaneros son parte del propio paisaje, pues nos los cruzaremos montados a caballo, conduciendo mandas de ganado, o bien en algún rodeo al que podremos asistir. En estos rodeos podremos disfrutar de la pericia que tienen; de la habilidad y el valor para domar potros o toros salvajes. Pero, curiosamente, cada vez que va a haber un rodeo, Liberia entera se echa a la calle como si de una fiesta se tratara. A la ciudad acuden de todos los pueblos de alrededor; los turistas venidos de otros lados se congregan en la plaza, y las calles se llenan de puestos de comida y cerveza. Y así, tras varias horas de fiesta, al atardecer, salta el jinete sabanero con su lazo remontado dispuesto a atar al cabestro.
La tradición de Guanacaste también se observa en sus tiendas donde podremos disfrutar de su maravillosa cerámica. Guaitil es una pequeña aldea que está cercana a la capital, donde dicen que están los mejores alfareros y adonde podremos acudir para llevarnos nuestras piezas de recuerdo.
Y si tranquila y diferente son sus ciudades, Guanacaste es la región de Costa Rica por antonomasia para irse de playa, no en vano allí se concentra un porcentaje altísimo de los complejos hoteleros del país. Sus playas de arena blanca, y su excepcional clima acoge las tres cuartas partes de esos hoteles: Flamingo, Conchal, Tamarindo o Hermosa son un auténtico lujo de playas que hay que saber disfrutar con la paciencia que realmente se merecen.
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