Si te apasiona la historia, y particularmente los lugares históricos tanto como a nosotros, y además sueles ver con cierta regularidad algunos documentales o programas de televisión sobre la Segunda Guerra Mundial (o incluso leer algún que otro libro sobre la contienda), no hay duda que en algún momento de la vida tienes que viajar a Ámsterdam (Países Bajos), concretamente a la Westermarkt 20, 1016 GV Amsterdam. Allí encontrarás la conocida como Casa de Ana Frank, en neerlandés ?Annefrankhuis?. Aunque hoy día se trata de un museo dedicado a la joven Ana Frank, que se convirtió en una auténtica diarista de guerra, se trata de la casa donde, como te descubriremos a lo largo de la presente nota, la familia de la joven vivió antes de ser capturada por los nazis, y que prácticamente se encuentra igual que como estaba. ¿Quieres descubrir un poco más sobre la historia y sobre el lugar donde visitarla? Te hablamos sobre ella.
Posiblemente se trate de una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad. La conocida como Casa Museo de Ana Frank se caracteriza, junto con las sinagogas y con el propio distrito en el que vivió oficialmente Rembrandt, por ser uno de los principales vestigios judíos de Ámsterdam.
Lamentablemente, este lugar no es visitado turísticamente hablando por su ornamentación, o por el estilo arquitectónico que pueda tener el edificio. Ni porque en él sirvan el mejor de los cafés. La razón de visitar esta casa museo es la triste historia que se esconde detrás de sus paredes y techos, de las personas que vivieron aquí, y que Anne Frank, a través de su puño y letra, transmitió al mundo.
Se encuentra ubicada en Prinsengracht 263, en el distrito de Jordaan. Consiste en una casa que fue utilizada por la familia del comerciante judío Otto Frank como escondite durante la ocupación de la ciudad de Ámsterdam por parte de los nazis. Así, desde el mes de julio de 1942 hasta agosto de 1944, la familia (acompañados de la familia Van Pels y un amigo, Fritz Pfeffer), permanecieron ocultos en las estancias de la parte trasera de la casa.
La hija de Otto, Ana (Anne), cumplió la edad de 13 años escondida en este refugio secreto, y casi prácticamente desde el mismo día en el que la familia se instaló en ella, comenzó a escribir un diario en el que contó la historia de sus días escondidas, todo ello, evidentemente, bajo la perspectiva de la niña que era por aquel entonces. La propia Ana, de hecho, llamó a este refugio bajo la denominación de ?El anexo secreto?, e inventó incluso la presencia de Kitty, una amiga imaginaria, a quien le dedicó su diario.
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En realidad eran pocos los amigos de la familia que sabían la existencia del escondite. Y eran los pocos que los ayudaron a sobrevivir durante el tiempo que permanecieron en el refugio, proporcionándoles comida y todo cuanto necesitaban.
Se da la circunstancia de que justo debajo de la vivienda habían unas oficinas, por lo que no podían hacer el más mínimo ruido, ya que en realidad nadie sabía que se encontraban allí. Así, debían permanecer prácticamente quietos y en silencio por el día, cuando los empleados trabajan en el piso inferior.
Sin embargo, el 4 de agosto de 1944, cuando todos en la casa llevaban a cabo sus tareas habituales, bajo un silencio forzado, un oficial de las SS acompañado de tres policías holandeses entraron en el refugio. La familia había sido traicionada. A partir de ese momento, todos fueron deportados a los campos de concentración, y únicamente el padre de la familia fue capaz de sobrevivir.
Cuando regresó a Ámsterdam, después de finalizada la guerra, un vecino le dio el diario que Ana había escrito durante meses, y decidió publicado con el fin de que el mundo supiera lo que había sucedido allí. Hasta convertirse en uno de los libros más vendidos de la historia, a la par que la casa donde se escondieron, el museo más visitado de Holanda. De hecho, recibe la visita de casi un millón de visitantes al año.
Hacia el año 1998 la casa fue renovada, y no solo se convirtió en un museo, sino en un símbolo del sufrimiento de un pueblo. Aunque su interior se dejó prácticamente como estaba, con el fin de que se convirtiera también en el reflejo de cómo vivía la familia aquellos terribles días.
Por ejemplo, es posible ver las fotografías e imágenes que la propia Ana pegó en las paredes, o las líneas de tiza que el propio Otto dibujó en la pared para marcar cómo crecían sus hijas. También es posible ver otros objetos personales, un mapa de Normandía donde se muestra el avance aliado, y a través de una pantalla algunas copias del diario.