La imponente catedral de Estrasburgo se ve desde todos los ángulos de la ciudad, sobresaliendo por encima de los tejados con su asombrosa arquitectura y uno ya se espera que sea algo grandioso lo que se va a encontrar, pero creo que nunca se está preparado para semejante visión.
La Catedral de Notre-Dame de Estrasburgo se construyó durante cuatro siglos, la primera piedra se puso en el año 1015 y se terminó en el 1439. Su estilo es gótico tardío y, como os podréis imaginar por el tiempo que llevó construirla, muchos arquitectos son los que han puesto su creatividad a manos de esta obra de arte.
Gracias a u campanario de 142 metros de altura, fue la construcción más alta del mundo hasta el siglo XIX y, para aquellos que busquéis unas vistas impresionantes de la ciudad, podéis subir a la torre.
Se encuentra situada en el casco histórico de la ciudad, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988 y, si acudís a esta ciudad en invierno podréis encontrar el famoso Mercado de Navidad en las calles que rodean esta catedral.
Exterior de la catedral
La fachada sólo es un pequeño anticipo de lo que nos vamos a encontrar dentro, pero no por ello hay que entrar corriendo sin haberse percatado de los detalles que se encuentran en su exterior.
En la parte frontal, encontramos tres puertas, cada una ricamente ornamentada con diferentes esculturas que representan la vida de Cristo. El portón central, el de la imagen es la puerta de la izquierda, muestra la Pasión de Cristo en la zona del tímpano (las esculturas que se muestran por encima de la puerta y por debajo del arco) y, en el pilar central de la puerta se puede ver una preciosa escultura de la Virgen y el Niño.
Otro detalle que seguro que os llama la atención desde el exterior es el rosetón, es imposible no fijarse, pero la mejor imagen de él os la vais a llevar una vez que paséis al interior.
Interior de la catedral de Estrasburgo
Son muchas cosas las que nos van a llamar la atención nada más entrar y una de ellas no tiene nada que ver con la arquitectura, ¡es la cantidad de turistas que se encuentran en el interior! Todos sabemos que hay muchísimas iglesias y catedrales que son más recelosas con las visitas, en esta ocasión, había más turistas que feligreses.
Cuando uno se quita el estupor de ver tantas personas en su interior y comienza a ver lo que le rodea… La verdad es que no sabría por donde comenzar.
Columnas altas que parece que se elevan al cielo y parecen inalcanzables, techos que tienen algunas pinturas suaves que uno tiene que ir mirando hacia arriba para poder descubrirlas. Las vidrieras, que datan del siglo XIV y XV, se encuentran en los laterales provocan una imagen completamente diferente de lo que estábamos viendo en el exterior, una catedral iluminada y llena de colores se presenta ante nosotros en todo su esplendor, como si no tuviera ya años de historia, resulta evocadora, perfecta.
Otro de los detalles que llaman la atención a simple vista es el órgano que se encuentra a la izquierda, sobre los bancos de la zona central. Su tamaño y sus colores son toda una llamada para los ojos. Cuántos lo miran con la esperanza de oír cómo suena…
Más adelante nos encontraremos frente al púlpito de la catedral que fue construido en 1486. Es una pieza tremendamente elaborada, es uno de los púlpitos más hermosos que he visto y todo él muestra escenas de la Crucifixión de Cristo, los Apóstoles y Santa Bárbara.
El altar de esta iglesia resulta también llamativo, cómo la luz natural entra en juego con la artificial para mostrarnos la visión de sus arquitectos y pintores; la elección de los colores, de los motivos…
Si vais hasta el final de la Catedral podréis ir viendo esculturas muy detalladas, imágenes preciosas pero, algo que va a llamar gratamente vuestra atención será el reloj astronómico que data del siglo XVI y que todavía funciona. Os contaremos más detalles en un próximo artículo.
Y llega otro gran momento, cuando uno se da la vuelta y se encuentra con el precioso rosetón, 50 metros de circunferencia que muestran espigas de trigo en lugar de las imágenes religiosas, símbolo del poder económico y comercial.
Seas religioso o no, esta catedral pide a gritos ser visitada y va a ser una de las mejores atracciones que encuentres en Estrasburgo.