Pompeya es uno de los legados más importantes del pasado romano, una especie de maqueta que quedó petrificada en el tiempo. Definitivamente, por estas circunstancias excepcionales, Pompeya es una fuente de información histórica invaluable y un destino turístico fascinante.
Se dice que en el año 1.550 el arquitecto Doménico Fontana descubrió, mientras excavaba un nuevo curso para el río Sarno, la impronta histórica de los romanos, y que se apresuró a echar tierra para ocultar las depravaciones impropias de la época que allí encontró. 200 años después, en el 1.748, se impuso la razón y el mundo se dispuso a desenterrar uno de los mayores secretos y tesoros de la humanidad: la ciudad romana de Pompeya.
Lo que hoy en día tenemos allí es una amplísima superficie plagada de construcciones más o menos mundanas que suponen una instantánea de la forma de vida romana perfectamente conservada bajo un manto de cenizas. Efectivamente, cuando en el año 79 d.C. Pompeya quedó enterrada bajo la furia del Vesubio, lo que supuso una tragedia inesperada en la época también provocó que hoy en día Pompeya se haya convertido en un involuntario legado sin igual debido a las circunstancias extraordinarias de su conservación.
Frescos de dos milenios de antigüedad se mezclan con cadáveres petrificados con expresión de terror o curiosidades de la vida diaria romana de todo tipo con monumentos más habituales en el arte romano como teatros, anfiteatros, basílicas, foros, etc.
La historia
Se cree que la explosión del Vesubio fue un desastre anticipado por convulsiones puntuales de la tierra pero un desconocimiento total del Vesubio, al que se consideraba una montaña sin más. Sólo Plinio, documentado por su sobrino Plinio el joven, tuvo una ligera idea de lo que estaba sucediendo cuando todo comenzó.
Los pompeyanos vivían pacíficamente en un vergel perfectamente situado entre el golfo de Nápoles y las fecundas laderas del volcán, plagadas de viñedos que proporcionaban excelentes cosechas de vino al auspicio de tierras fértiles y ricas debido a las cenizas de erupciones olvidadas por los antepasados. En el 62 d.C. un terremoto destruyó parcialmente la ciudad y, 17 años antes de la erupción, los pompeyanos se dedicaron a reconstruir con mayor suntuosidad si cabe la ciudad, lo que agudiza la impresión que produce Pompeya en el visitante actual.
Un añadido extra es que en el momento de erupción la ciudad se encontraba en período electoral y por cómo funcionan las cosas hoy podemos deducir el momento de generosidad en el gasto público que suelen suponer estos momentos en las ciudades.
En estas circunstancias llegó el 24 de agosto del 79 d.C. y el Vesubio explotó toda su furia sobre la indefensa y sobre todo confundida población de la zona. La gente no sabía identificar el problema que tenían delante y ello provocó la muerte de miles de personas que no acertaron a reaccionar a tiempo y escapar durante la primera fase del volcán. El cielo se cubrió de ceniza, llovieron piedras pómez y una nube final de tipo piroclástico terminó de arrasar todo. Los techos, de madera, sucumbieron en su mayoría. Sin embargo las paredes, las calles, los frescos, los asientos del teatro? todo quedó intacto bajo una gruesa capa de ceniza. Y así Pompeya durmió durante siglos.
La visita
Las excavaciones aún se están llevando a cabo y avanzan a un ritmo relativamente lento alimentadas por todo tipo de fondos. 15 hectáreas son visitables y aunque sin duda existen monumentos recomendables el secreto de Pompeya es lograr caminar por la ciudad solitariamente, en lo posible, y sentir el peso de la historia sobre uno: transportarse 2.000 años mientras cruzamos un paso de cebra, tocamos las roderas de los carros, tratamos de leer un graffiti, metemos la mano dentro de un hueco para tinajas en un bar de la época, entramos en el famoso y morboso lupanar (prostíbulo), nos topamos con frescos y mosaicos de todo tipo? ése es el secreto de Pompeya. Para lograr recorrer en soledad la ciudad es posible que sea necesario viajar en temporada baja, y de paso evitaremos sufrir el agobiante calor veraniego de la zona en su momento más álgido.
No obstante existen puntos fácilmente identificables y recurrentes dentro de Pompeya. en un día se pueden recorrer las zonas más importantes del complejo visitable de Pompeya y llevarnos una idea de cómo era la vida romana 2.000 años atrás. Obviamente si contáis con más días podréis interiorizaros más con la singularidad de Pompeya, su historia, tragedia y miserias.
La visita a Pompeya, si se va con tiempo, se puede complementar con la de Herculano, Estabia y el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, que conserva gran parte del tesoro pompeyano.
¿Cómo llegar?
Visitar Pompeya por nuestra cuenta es muy sencillo. Actualmente el pueblo de Pompeya es una ciudad dormitorio de Nápoles y está situada a una media hora en tren de cercanías, el denominado Circumvesuviana (cuidado, la parada es Pompei Scavi, no Pompei a secas), de vía estrecha. Por tanto desde la estación de trenes de Nápoles es muy asequible llegar. Existen viajes organizados Nápoles-Pompeya o Roma-Nápoles-Pompeya, pero ciertamente no es un requisito viajar de modo organizado. Pompeya es asequible incluso en un viaje a Roma, pues Roma y Nápoles distan entre sí unas dos horas en tren y hay trenes desde primerísima hora de la mañana. Las agencias que te llevan a Roma te suelen ofrecer una excursión a Pompeya, pero nuevamente es innecesario por la facilidad del idioma y el trayecto.
Imágenes:
- guillenperez en flickr
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