Marruecos es un país que año a año se supera en cuanto a recepción de turistas. En 2017 fueron más de 11 millones de visitantes, una cifra que supone un incremento del 10% con respecto a la registrada en 2016.
La estrategia Marruecos 2023 fijada por el gobierno alauita tiene como objetivo alcanzar la cifra de los 18 millones de visitantes, sin duda es un registro muy ambicioso, pero al que se llegará si no es en 2023 en los años venideros. El Observatorio de Turismo, una organización de carácter oficioso que reúne a profesionales y responsables ministeriales del ramo, indica que el turismo marroquí creció en 2017 tanto como en los seis años anteriores juntos.
Buena parte de este crecimiento se debe a la llegada de turistas internacionales, que repuntaron un 15%, y superaron a los marroquíes residentes en el extranjero que viajan al país para pasar las vacaciones en casa y visitar a sus familias.
En el país, Casablanca, Marrakech y Agadir son los principales puntos de entrada de cualquier viaje a Marruecos en avión, mientras que en Ferry, Tánger es el destino más solicitado. Todas esas ciudades, a las que hay que sumar Rabat y Fez, son destinos bastante conocidos del reino alauita, pero en esta ocasión nos centramos en otros lugares con mucho encanto en este país magrebí.
Chaouen, la ciudad azul
Chaouen, también denominada Chauen o Chefchaen, es una pequeña ciudad al norte de Marruecos, situada en la región de Tánger – Tetuán – Alhucemas, al norte del país, que suele ser visita obligada cuando se recorre todo este territorio.
Situada en la base de las montañas del Rif, esta ciudad pasa por ser una de las más bonitas de Marruecos, por su luz clara y sus casas blancas y azules. Con clara influencia mediterránea, se le conoce como «La perla del norte» y es un destino irresistible para pintores y artistas que quieren plasmar la belleza de la ciudad en sus lienzos.
Algunos artistas conocidos que cayeron rendidos a los encantos de esta ciudad fueron Eugéne Delacroix, Maria Fortuny y Henri Matisse.
Asilah, el encanto de la costa atlántica
También en el norte del país, más al oeste que Chaouen, encontramos Asilah, un pequeño pueblo en la costa atlántica situado a medio camino entre Tánger y Rabat. Con poco menos de 3.000 habitantes es una ciudad que acoge en su territorio mucha historia, pues por ella han pasado fenicios, griegos, cartagineses y romanos. Durante la Edad Media fue punto de encuentro de comerciantes del sur de España y las regiones vecinas.
En el siglo XV fue conquistada por los portugueses, que la fortificaron y la convirtieron en un centro comercial de la ruta del oro sahariano. Las murallas portuguesas siguen en pie, rodeando el caso antiguo, lo que contrasta con las casas blancas.
Con una bonita Medina, es un lugar perfecto para tomar pescado fresco y marisco en verano, cuando es ampliamente visitada.
Ifrane, una pequeña Suiza en el Magreb
También en la mitad norte, pero cerca del centro geográfico del país, encontramos Ifrane, en las montañas del Medio Atlas. Esta ciudad, con 30.000 personas, está situada a 1.713 metros sobre el nivel del mar y es un lugar de reciente creación, fundado por los franceses en 1929.
Esta ciudad de montaña se asemeja a una ciudad suiza, por su excelso cuidado de calles y jardines, algo que la convierte en una de las localidades más limpias del país. La temporada alta de turismo en esta ciudad es el invierno, cuando los marroquíes la visitan para esquiar y practicar otros deportes de invierno. Su clima frío y su urbanismo centroeuropeo sorprenden sobremanera en Marruecos.
Meknes
Meknes, como Ifrane, está situado en el Atlas Medio, aunque a menor altitud, a unos 550 metros sobre el nivel del mar. Esta ciudad es una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, junto con Marrakech, Rabat y Fez.
Por esta razón, Meknes está plagada de monumentos históricos y de espacios naturales de gran belleza. Con más de 40 kilómetros de recinto amurallado se le conoce como la «Ciudad de los cientos alminares».
Las ruinas romanas de Volubilis (Oualili) atestiguan el pasado histórico de la ciudad y un dato sorprendente es que sus precios son muy económicos y los ciudadanos locales pasan por ser de los más amables y acogedores del país.