Hoy nos trasladamos hasta uno de esos lugares mágicos escondido en las entrañas de Galicia, un santuario con siglos llenos de historia y leyendas.
Una de las zonas menos conocidas (turísticamente) de Galicia es Ourense, un lugar donde las leyendas, las aldeas, la magia y el sentir de Galicia se puede vivir en cada paso que das, en cada respiración, en cada mirada hacia unos montes verdes que guardan los secretos de una tierra llena de magia.
Dejamos lejos la ciudad y nos vamos hasta un pueblo llamado As Ermitas, no «concello» de O Bolo. La verdad es que no es la primera vez que voy hasta este santuario y jamás deja de sorprenderme, nunca puedo apartar la mirada del valle en el que se encuentra este santuario que sale de una roca de unas dimensiones escalofriantes.
Puedes llegar hasta As Ermitas en tu propio vehículo y tienes dos caminos para llegar hasta el santuario, mi recomendación es que en lugar de ir a través del interior del pueblo bajes por la señalización donde pone «Autocares y vehículos» ya que podrás bordearlo a través de la montaña con unas vistas impresionantes del lugar, pudiendo dejar el coche al lado del río y después subir caminando (5 a 10 minutos) hasta el santuario.
La otra opción, que también es más que recomendable, es que dejes el coche en la entrada del pueblo y bajes caminando por el interior de éste (te puede llevar un ratito y más subir, no olvides que es montaña y el santuario está en el valle pero es precioso). En el camino podrás ver pequeñas capillas en las que, si miras en su interior, podrás ver una a una las estaciones del Vía Crucis representadas en esculturas de madera.
Leyendas y el surgimiento de la Ermita
Cuenta la leyenda que a finales de la época medieval unos pastores que llevaban las vacas a pastar se dieron cuenta de que al pasar por un determinado sitio los animales comenzaban a comportarse de forma extraña y bramaban. Movidos por la curiosidad decidieron saber qué era o que ocurría y de adentraron en una oscura cueva donde hallaron una preciosa imagen de la Virgen María con el niño Dios en los brazos. Como el lugar se llamaba As Ermitas decidieron bautizar a esta Virgen con el mismo nombre y tras un breve espacio de tiempo, levantaron una ermita cerca de la cueva donde encontraron la imagen.
Aquella ermita que se levantó no es la que conocemos hoy día, sino que fue el obsipo Alonso Mesía que condenado a muerte por una enfermedad incurable le pide a la Virgen de las Ermitas que le sane, ésta se le aparece en su habitación y sólo con verla su enfermedad desapareció. En ese mismo año (1624) se puso en camino hacia As Ermitas y descubre que la Virgen que se apareció ante él es la misma que encontraron aquellos pastores, la impresión fue doble pues quien le había sanado tenía una ermita pequeña y pobre por lo que mandó construir un Santuario para ella.
Santuario As ermitas
La fachada del Santuario es digna de ser admirada, de pararse ante ella y disfrutar de la visión que ofrece. Una maravillosa construcción barroca del siglo XVII-XVIII enmarcada por dos torres, podréis ver diferentes figuras evangélicas, relojes de sol, etc.
No perdáis detalle del cruceiro que se encuentra situado frente al santuario, la imagen de las calaveras en su base y la escena que tiene lugar sobre la cruz.
Cuando cruzas el umbral del Santuario y entras en su interior, una sensación te sobrecoge, no sé si es la belleza, la historia o algo inexplicable pero es algo que te llega hasta el corazón y el silencio se convierte en el compañero perfecto para sentir, para observar cada uno de los detalles que veréis en su interior. Es para vivirlo.
Son muchos los elementos arquitectónicos que podréis ver tanto en el interior como en el exterior del Santuario, podéis también acceder a visitas guiadas para grupos.
Peregrinación
Para que os hagáis idea del valor de este lugar que para muchos pasa desapercibido, lugareños y otros que tuvieron que emigrar a diferentes ciudades o países, reservan un día para acercarse desde sus pueblos o aldeas en peregrinación al Santuario para pedirle a la Virgen das Ermitas algo, para hacer una promesa o para darle gracias.
Si os animáis a visitarlo, después podéis disfrutar de un buen baño en el río Bibei que pasa por este pueblo y acercaros a ver los antiguos molinos de agua, uno del siglo XIX y otro del siglo XX.
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