Villa D’Este, uno de los lugares más espectaculares que hemos visitado en nuestras excursiones desde Roma. Tivoli está increíblemente cerca y si dudas de la belleza del lugar, atento a las fotos.
En nuestro paso por Roma decidimos reservar un día para viajar hasta Tivoli y conocer dos de sus tres villas: Villa Adriana y Villa D’Este, Villa Gregoriana la tuvimos que dejar pendiente. Habíamos oído hablar maravillas sobre la primera pero parecía que la segunda pasaba más desapercibida y comenzamos por ésta, lo cual nos sorprendió muchísimo cuando la visitamos.
Si quieres conocer Villa Adriana, te hablamos de ella en este artículo:
Villa Adriana, un retiro como emperador de Roma
¿Cómo llegar hasta Villa D’Este?
El viaje lo podéis hacer cómodamente en un autobús que tenéis que coger en la estación de metro Ponte Mammolo.
Tenéis que comprar el ticket previamente, en los autobuses italianos no los venden; en esta ocasión, tendrás que bajar al piso inferior (-1) y verás que hay una cafetería frente a los puestos de venta tradicionales del metro donde venden estos tickets a Tivoli, ya sea Villa Adriana como Villa D’Este. El coste del billete es de 2 euros ida y 2 euros vuelta, podéis comprar ambos directamente y así os despreocupáis a la vuelta.
Nosotros cogimos un autobús a Villa D’Este en lugar de ir primero a Villa Adriana, si hacéis eso mismo tendréis que estar atentos a los carteles y a la señalización para bajaros en Tivoli, puesto que no es un autobús directo.
Cerca de la parada de autobús encontraréis un punto de información turístico donde os ofrecerán un mapa de la zona completamente gratuito y os podrán brindar información sobre horarios, rutas y demás.
Entradas Villa D’Este
Tengo que deciros que no sé si es una cuestión de política del lugar o nos tocó el día raro pero tuvimos ciertos problemas porque había que pagar las entradas con el dinero justo y en metálico, nada de tarjetas ni billetes, monedas o no hay entrada.
Tuvimos la suerte de que la señora que regentaba la tienda de recuerdos nos hizo el tremendo favor de cambiarnos la moneda, porque el encargado de las entradas se desentendió completamente. Id preparados para evitar sustos, veréis que en Roma lo mejor que podéis hacer es siempre tener monedas.
La entrada tiene un coste de 8 euros y 4 euros la tarifa reducida; después, tenéis la posibilidad de escoger audioguías por otro tanto y, un dato importante, el precio de la entrada puede sufrir cambios dependiendo de las exposiciones que se realicen en dicho lugar.
Un dato fundamental, todos los lunes cierra y, a pesar de que la villa cierre más tarde (en nuestro caso, mes de enero a las 17.30), la taquilla para las entradas cerraba sobre las 15 horas. Hay que calcular muy bien el tiempo y programarse adecuadamente para no quedarte en Tivoli y sin villa.
Historia Villa D’Este
Villa D’Este, como ya os hemos mencionado anteriormente, se encuentra en Tivoli y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a la belleza de sus jardines, repletos de fuentes y arquitectura cuidada al detalle.
Para conocer el inicio de esta obra arquitectónica y pasiajística tenemos que remontarnos hasta el siglo XVI, años en los que el cardenal Hipólito II de Este la recibe como regalo del papa Julio III junto con su nombramiento como gobernador de Tivoli y ordena su reconstrucción.
En 1572 casi estaba acabada la villa que pasó a estar compuesta por un edificio palaciego rodeado de inmensos jardines renacentistas, de los cuales destacaban numerosas fuentes y juegos de agua.
La villa pasó algunos momentos de penuria y dejadez en los años venideros pero, a raíz de la finalización de la Primera Guerra Mundial, dicha villa pasa a estar en manos del Estado Italiano que le devuelve su esplendor.
¿Qué ver en Villa D’Este?
Cada rincón de la Villa es un momento de ensoñación y de ganas de descubrir todos los secretos que esconde a simple vista. Inmensas esculturas de mármol que se enfrentan diariamente a los agentes ambientales, el constante sonido del agua en movimiento, la belleza de las vistas con independencia de la dirección en la que mires…
Te verás enfrentado de forma constante al conflicto de fotografiar u observar todo cuanto tienes ante ti. Parar y dejarte sentir, ver y observar, escuchar, dejarte llevar por este lugar y la belleza del mismo.
Las fuentes son uno de los elementos más llamativos pero nada escapó a la imaginación de su diseñador, desde cualquier rincón las vistas son únicas y recorrer cada camino es una experiencia extraordinaria, siempre con la sensación de ¿a dónde me llevará y qué descubriré? Ninfas, Neptuno, arcos, frescos, esculturas deterioradas pero tan impresionantes que son un hermoso tesoro a la vista, entre tantas otras sorpresas.
Uno de los lugares más sorprendentes y donde acabarás haciéndote una fotografía o luchando por poder hacer una foto sin que haya nadie posando a sus pies, es la Fontana di Nettuno (Fuente de Neptuno) que fue realizada por Bernini, aunque más tarde fue restaurada.
Otro lugar impresionante es la Fuente Oval o la Fontana dell’Ovato, es tremendamente hermosa, pura inspiración en días antiguos y hoy sigue generando esa misma sensación de sobrecogimiento. Es la fuente más barroca que podréis encontrar en la villa y el flujo del agua que cae por la misma representan los Montes Tiburtinos, de los cuales descienden los tres ríos, Ariene, Erculaneo y Albuneo.
Es imposible que no veas Le Cento Fontane ,»Las cien fuentes», y acabes prendado de cualquiera de sus rostros, de cómo han sido erosionadas por el tiempo y por el agua pero siguen captando la atención de cualquiera, siguen capturando al espectador con esa perfecta combinación de elementos de la tierra, el agua y la piedra. Su nombre hace referencia al camino de cien metros de largo en el que están dispuestas en dos niveles diferentes.
La Fontana Dei Draghi se encuentra en el centro del parque y tiene su propia leyenda. Se cuenta que fue construida como homenaje al papa Gregorio XIII en una sola noche en septiembre de 1572.
Aún hay muchos más lugares que observar, terrazas en las que detenerse a mirar las vistas y detenerse a respirar Tivoli (como decía mi compañera Cris). Hay que pararse a vivir ese instante sin querer correr para llegar a otro lugar, exprimir ese momento como lo que es, único.
Villa D’Este es una inspiración y descanso para los sentidos, no importa cuántos turistas haya en el recinto. El verde potente de su vegetación, la suavidad del sonido del agua al caer, el aire, la calidez del sol y la belleza del lugar lo convirtieron en una experiencia sensacional.