Intenté retrasar todo lo posible la publicación de este artículo con el fin de retener en mi memoria cada uno de los momentos que pasé en el Amazonas a bordo del Aqua Expeditions, bajo lunas que abrazaban las orillas de la selva y nos indicaban el camino hacia un mañana que prometía sentir.
A pesar de que han pasado meses aún tengo intactos miles de detalles de nuestra estancia a bordo de un crucero de lujo. El aterrizaje en Iquitos y el encuentro con los guías que allí nos esperaban, el traslado hasta la ciudad conocer a nuestros compañeros de viaje y un breve recorrido hasta el puerto.
Aún lo recuerdo como si fuera ayer mismo el día en el que llegué de Perú. Aún siento la nostalgia de aquellos días acompañada de Victoria (de El proximo viaje) y nuestra Miss de Promperu por todos los rincones en los que pudimos evadirnos de la realidad, momentos en los que me sentí más afortunada que nunca por la oportunidad que se me brindaba.
A pesar de que en España contamos con una circulación desbordante en las grandes ciudades no pudo dejar de sorprenderme la cantidad de moto-taxis que pasaban por minuto, todas a la espera de que alguien requiriera sus servicios.
Y mientras el tiempo pasaba, para mí estaba resultando una eternidad. Quería descubrir cuál sería nuestro nueva base de operaciones, desde dónde partirían nuestras aventuras de los próximos tres días y qué era lo que nos esperaba en aquel barco.
Nos vamos al ARIA
La primera sensación fue inexplicable. El ARIA estaba amarrado en el puerto, al lado de barcos mercantes, y parecía de juguete, tan sofisticado, tan elegante que era un choque a la vista. Por dentro, tengo que decir, que seguía manteniendo el mismo aire sobrio y elegante; me cuesta mucho describiros la habitación porque estaba toda llena de detalles: una cama enorme, un sofá, una butaca que se podía girar y podías mover de sitio que te permitía sentarte junto a la ventana y contemplar la selva desde la habitación o cómo el barco iba surcando las aguas o cómo pasabas de la noche al más hermoso amanecer.
Porque tengo que deciros que la pared que daba al exterior del barco era por completo de cristal? A pesar de que la había visto en fotografía, la sensación de verlo y sentirlo allí mismo es inexplicable. Es un absoluto privilegio y una delicia poder sentarte a ver cómo pasan los minutos a través de esa ventana, la selva, la vida, sus gentes?
Vistas desde la habitación
Después conocimos a gran parte del equipo que formaba el ARIA y la cena fue una auténtica gozada. Descubrir sabores, texturas, la delicadeza y la destreza culinaria era asombrosa. Sólo fijaros en esta presentación tan cuidada…
Actividades en el ARIA
He escrito muchas veces este artículo, y de muchas maneras posibles, pensando en cómo haceros partícipes de cada una de nuestras vivencias y al final decidí acotar tantas emociones para no desbordaros con tanto sentimentalismo ni tanta información.
Uno puede preguntarse qué es lo que va a hacer en el Amazonas sino es ver fauna o vegetación, incluso puede parecer aburrido hasta que te proponen una salida el primer día. Temprano, montas en la lancha junto con tus compañeras de viaje, el guía, el conductor y, en aquella ocasión, el equipo de paramédicos también vienen con nosotras.
Te has despertado con toda la expectación de descubrir cuál es el gran secreto del Amazonas, qué hay más allá de la belleza que han visto tus ojos a simple vista. Cuando la lancha se pone en movimiento, de repente descubres que algo en tu interior ha cambiado, algo ha comenzado a pesar de no poder ponerle nombre ¿a dónde se han ido mis palabras? Me convertí en un animal sin lenguaje, una persona desbordada por sus sentidos.
La lancha comienza a tomar velocidad, extiendes la mano hacia la superficie del agua y notas como pequeñas gotas comienzan a humedecer tu piel pero con mucha suavidad. Notas la brisa entre los dedos, notas el aire como si fueran caricias y de repente comienzas a escuchar sonidos que nunca antes habías percibido, tienes ante una imagen con la que jamás has podido soñar.
La inmensidad.
La libertad.
Una belleza a la que difícilmente se puede poner palabras porque desborda todo lenguaje.
Nos sumergimos en los recodos de la selva, en pequeñas ?brechas? o caminos imperceptibles a simple vista para un ojo poco adiestrado y, de repente te encontrabas ante inmensos árboles con diferentes tonalidades de verde, plantas como la plasiflora o nuestros primeros contactos con la fauna amazónica.
Comenzaba por el silencio más absoluto para luego aprender a apreciar los cánticos tan variados de las aves, agudizar el oído tanto como la vista para apreciar desde la lancha a aquel oso perezoso que estaba colgado en la zona más alta de un árbol y sin la ayuda de los guías nos hubiera sido imposible observarlo.
Fueron muchas las salidas y actividades que realizamos: avistamientos de aves de diferentes colores, formas y trinos; estuvimos a la búsqueda de monos de diferentes especies, pudimos verlos de diferentes tamaños y colores, verles comer, en movimiento o simplemente sus sonidos; pudimos ver y comprar la artesanía de los pobladores e incluso compartir con ellos sus barcas, cogiendo un remo cada una y dar un hermosísimo paseo sin más rumbo que el de sentir ese momento como lo que es, algo absolutamente único, fascinante e inolvidable; por la noche fuimos a buscar caimanes y por la tarde estuvimos en una zona de delfines rosados que por más que los vi no fui capaz de captar más que fotografías del movimiento o un poco su espalda.
Para que os hagáis una idea de la ventaja que es tener un tipo de habitación como la del ARIA, después de llegar de aquella salida para ver delfines y darnos un baño en el Amazonas (literal ¡Me he bañado en el Amazonas!) llegamos al barco y al mirar por la ventana aún sin creer todo lo que había vivido en ese día, comienzo a ver cómo saltan los delfines frente a mi ventana.
Como os podréis imaginar, en lugar de reaccionar me quedé observando y disfrutando de ese momento de incredulidad, de no poder dar crédito a todo lo que estaba viviendo. Me había sumergido en las aguas del Amazonas, había abierto los ojos bajo la superficie y había visto como la luz me dejaba ver un agua de tonos ocres y anaranjados, había visto uno de los atardeceres más hermosos y todavía seguía soñando.
Atardeceres y amaneceres infinitos
En esos días pude ver el más hermoso atardecer, vi cómo bajaba el sol y se escondía tras los árboles del Amazonas mientras regresábamos en lancha al ARIA; intenté aprovechar cada momento a bordo para contemplar atardeceres que sé que no podría encontrar en otra parte del mundo.
[youtube &w=420&h=315]
Me sentaba en la proa del barco, junto al jacuzzi (sí, había un jacuzzi al aire libre) y veía descender el sol en el horizonte mientras el barco no cesaba de avanzar y todo parecía sacado del más hermoso de los cuentos.
[youtube &w=420&h=315]
Pero no sólo perseguí atardeceres…
Aquel amanecer? Me había imaginado algo grandioso, algo que ocurriera en un segundo y tener ante mí la mejor imagen de mi vida, sin embargo, como es normal y natural, poco a poco comenzó a levantarse el sol y dejarse ver por encima de los árboles de la selva.
Poco a poco se fue tiñendo todo el cielo de diferentes gamas de colores amarillos y anaranjados, quería inmortalizar cada segundo que no pude dejar de hacer fotografías constantes sobre una misma imagen, porque a cada instante los colores se intensificaban, enmarcaban el cielo de algo más pleno. Aún lo tengo en mi mente como si hubiera sido este amanecer el que hubiera visto.
Tengo que trasladarme, irremediablemente, a la última tarde que pasamos allí.
A la hora exacta, cuando el sol caía y el cielo se teñía de miles de colores, paramos todos nuestras lanchas en el lugar perfecto para ver el sol abrazar las aguas y compartir el silencio ante una escena tan imponente. Los guías pidieron un silencio absoluto durante unos instantes y pasó, el sonido de la selva en su máximo explosión apareció, profundo, vivo, llenando cada vacío, desbordando los sentidos hasta tal punto que algunas lágrimas se desbordaron y otras quedaron ahogadas.
Fue algo sobrecogedor. Extraordinario…. Me vuelven a faltar palabras.
De paseo por la selva amazónica
Un momento único y especial, como desembarcar en tierra firme y hacer un pequeño recorrido por una parte de la selva, conocer la fauna en directo, ver ranas minúsculas, descubrir la localización de los monos a través del sonido, beber de los árboles, encontrar la ?suerte amazónica? (semillas de Huayruro) en el suelo y también ver cómo la selva deja de ser selva para acercarse más a eso que algunos llaman progreso.
Pudimos conocer a unos pobladores y entrar en la escuela con los niños, conocer sus nombres, ver qué estudian a través de los dibujos de la pared? Realmente, una experiencia ambigua por aspectos personales pero también compartidos.
Lo que ocurrió en este viaje fue irremediablemente sencillo de explicar, tan sencillo como difícil y único es que te entiendas con una sola mirada con una persona a la que has conocido hace unas horas como era Victoria para mí.
Nos conocimos en tierras peruanas y allí mismo no necesitábamos palabras para decirnos lo que estábamos sintiendo o nuestras opiniones respecto a algo en concreto. Había una forma de ver la vida similar y sin duda alguna, las emociones y sentimientos que tengo sobre este viaje no hubieran sido para nada parecidas sin ella, sin su complicidad, su alegría, su sabiduría y su humildad.
Hasta la próxima Perú
Se me partió el corazón cuando tuve que desembarcar, cuando me di cuenta de que el sueño había terminado demasiado pronto y entre abrazos a los guías y el equipo, monté en el minibús devuelta al aeropuerto para poner fin a uno de los sueños, pero como no podía separarme de aquellas aguas con tanta rapidez, mientras los kilómetros corrían en nuestra contra, escribí el artículo con el que empecé a haceros partícipes de este viaje ?Nuestro viaje a Perú, dejando atrás el Amazonas?.
Vuelo de regreso a Madrid
He dejado mucho atrás en este viaje, dejé una parte de mi corazón en aquella selva, su gente y sus aguas pero también me traje sueños e ilusiones que permanecen arraigadas al alma como suspiros llenos de vida. Volver a Perú es mi esperanza, es verdad que volví enamorada, que alargué este artículo cuanto pude para no terminar jamás el viaje aunque fuera ya en la distancia, pero hoy pongo un punto y seguido hasta que regrese a seguir recorriendo Perú.
Hoy puedo decir con toda certeza y seguridad que este viaje a Perú cambió mi vida, la forma de percibirla y de vivirla.
Nuestro recorrido en Perú
- Nuestro viaje a Perú, dejando atrás el Amazonas
- Primer día en Lima, recuerdos y consejos de viaje
- Descubriendo Perú, ¿Qué ver en Trujillo?
- Ciudadela de Chan Chan
- Museo Huacas de Moche
- Recorriendo Perú: Huacas del Sol y la Luna
- La Dama de Cao: ?La momia tatuada?
- Museo Tumbas Reales de Sipán
- Expedición por el Amazonas: fauna amazónica
- Nuestro viaje por Perú: Conociendo los bailes regionales